Si
me dicen que cierre los ojos y piense un lugar, de manera inmediata y
emocional viene a mí Formentera. Siempre está. Así es el amor, un
enigma difícilmente explicable; las imágenes me han ayudado a dar
testimonio de ese sentimiento y a poder compartirlo ahora en esta
exposición.
Entre
el 2005 y el 2010 visité la isla en períodos de tiempo variables.
La fotografié constantemente durante mis estancias. Fotografiar la
isla me hacía conocerla y reconocerme en ella. Cada año planeaba mi
vuelta pero no pude regresar en un tiempo. Añoraba la isla y soñaba
con el reencuentro. En mi anhelo no dejaba de mirar fotografías en
un esfuerzo por no olvidar ningún detalle de lo visto y vivido. Pero
la memoria dispone de sus trampas, y mis recuerdos se mezclaban, se
superponían … al igual que lo hicieron las imágenes que tenía
guardadas. Ése fue el origen de este proyecto, un empeño por
recordar y retener cada pedazo de esta isla. Y como la memoria va
inventando nuestros recuerdos, así yo me inventaba la isla a partir
de la isla. Me dejé llevar por ese caprichoso baile de mis recuerdos
y acepté el juego. Jugué con las imágenes interiores y las
fotografías que había tomado. Y comenzó esta aventura. Una mirada
de la isla desde adentro, entre soñada, recordada, inventada ... al
trabajar en estas fotos seguía conectada a la isla. Los lugares,
como las personas, nos reflejan, nos retornan lo que somos y de lo
que estamos hechos. He querido en estas fotografías reflejar el alma
de la isla como yo la viví. Quisiera que también fuera un espejo
para todo aquel que ame este lugar.
Acabar
un proyecto artístico y mostrarlo es siempre emocionante y una
celebración. Personalmente, esta exposición es mucho más: es un
tributo a la isla, a lo que me ofreció, a todo lo que en ella amé,
incluyendo a las personas que en algún momento me tendieron la mano
para que pudiese continuar con mi pasión. Y en especial es un
homenaje a mis amigos Sabine y David Vergara que durante más de 10
años organizaron tantas exposiciones en esta sala, cuidando de los
artistas y sus obras. Tuve la suerte de formar parte de uno de esos
procesos. Fue así como nos conocimos de verdad. David, colaborador y
cómplice en esta exposición, a la vez que guardián de mis fotos.
Sabine, tan presente en mis recuerdos y en mi entusiasmo por
presentar este proyecto; una mujer sensible al arte y a la belleza
que sin duda estaría feliz con esta exposición. A los dos, mil
gracias.
Si
existe la isla del tesoro, Formentera es para mí la isla de los
tesoros. Llevo una isla en el alma. Ha saltado en su mar y ahí
permanece. El alma podría tener forma de isla … y llamarse
Formentera.
Paloma
Rodríguez